domingo, 10 de junio de 2012

El ojo para mirar y ser visto: concepto de Salud


El ojo para mirar y ser visto: concepto de salud

         Considerando el concepto de salud, verdadera salud, como una oscilación arriba y abajo de una línea que consideramos como normal, nuestra sintomatología aparecerá cuando las llamadas exposiciones a nuevas condiciones físicas y emocionales se excedan de nuestros particulares dinteles de tolerancia o límites de “aguante”. Estos límites están mantenidos o favorecidos por nuestra herencia genética, factores medioambientales del momento u otro tipo de influencias ocasionales positivas o negativas como el suficiente descanso, la justa alimentación, la dedicación a otros frentes abiertos, (en la Medicina China hacen referencia a las llamadas “energías perversas”) en las que nuestro cuerpo (y “espíritu”) rozan y pierden su capacidad de reacción, o su fuerza de no vulnerabilidad ante el “ataque” externo o exposición ocasional. 
 Puede también ocurrir que esta afección sea leve, no suficiente para modificar nuestra actitud ni rebasar esos llamados dinteles de tolerancia, pero si estos son dilatados en el tiempo, o repetitivos sin haber formado “aprendizajes” o defensas específicas ante ellos, también pueden llegar a ocasionar los mismos indeseables resultados.
 Evidentemente, podemos estar hablando tanto de eventos físicos como psicológicos o relacionales; y sus efectos siempre, aunque no reparemos en ello por nuestra visión interesada o limitada, afectarán de igual forma a estos tres niveles mencionados.

         Esta “oscilación” o afección repetitiva puede llegar a plasmar modificaciones en nuestra trama iridiana, al igual que se podría visualizar en cualquiera de las “pantallas” (somatotopías o “mapas del cuerpo”) de nuestro cuerpo.  Este es el caso de una afección repetitiva que fuerza la adaptación del pH de la flora saprófita en la vagina de la mujer, abandonando su zona de seguridad en un pH ácido (entre 3,7 y 4,4), para adoptar un pH más alcalino que permite crecimiento de parte de la flora saprófita para compensar la oscilación y que dará una sintomatología característica de calor, picor, etc., compatible con diagnósticos ortodoxos de candidiasis en sus distintas denominaciones, gardnerella, haemóphylus, etc.
En esta exposición de forma repetitiva implica perder la capacidad de adaptación a nuevas “circunstancias” y si no se adquieren nuevas “estrategias” o aprendizajes, aunque las exposiciones sean aparentemente leves, se acaba perdiendo el momento de salud o adaptación a la zona de seguridad y, por ende, surge la sintomatología.
Podemos visualizar la imagen donde se aprecia en el lugar de la corona (zona 2-3), hacia las 7h, un signo de “desvitalización”, al menos, sin entrar en más denominaciones o tecnicismos, donde se aprecia una “itis” o zona inflamatoria… en respuesta a la afección mantenida. Esta irá siempre en relación directa con la afección mantenida, el tiempo de exposición o la capacidad de respuesta o adaptación en ese momento de vida.
Lejos de aconsejar lo que consideramos como el camino fácil, o la búsqueda rápida de supresión de la sintomatología, como suele pasar con la mayoría de los remedios farmacológicos que la tapizan o enmascaran directamente, (como es el caso de anti-fúngicos, anti-bióticos, anti-álgicos, anti-inflamatorios, etc.) nuestro cuerpo nos ofrece la posibilidad de “leer” la afección, el momento de evolución y aprender del instante y las circunstancias para no volver a repetir esa sintomatología y enfermar.
Las leyes de la Naturaleza no se equivocan, la respuesta del organismo, aunque a veces sea no deseable, es siempre la manera natural de la vuelta a la normalidad; y en esa disyuntiva, la buena observación y acompañamiento de las naturales reacciones, cuidando que exista un equilibrio razonable y tolerable entre éstas y el precio del aprendizaje con las consecuencias que conlleva (lo que llamamos periodo de convalecencia) es la forma de terapia más ajustada y recomendada para unos resultados óptimos en esta vida terrena.
En definitiva: “o nos adaptamos y aprendemos… o sufrimos, hasta que el cuerpo aguante”; teniendo en cuenta que la pérdida de individuos de una especie, no significa que la especie pierda en conjunto. Para el avance colectivo, el sacrificio de algunos miembros, que son pioneros en proporcionarnos síntomas, enfermedades y aprendizajes para nuestro futuro, es necesario.

jomaflor@abretucorazon.es